viernes, 1 de abril de 2011

Bueno, no lo sé.

Me abrazaría tan fuerte el alma que asfixiaría mis miedos.
Los miedos respiran, ¿lo sabías?.
A veces necesitan robarme el oxígeno; para poder sobrevivir, claro.

Yo siempre he odiado tener miedo porque te hace ser cobarde. No me gustan los cobardes por eso no me gusto mucho, la verdad. Siempre digo que de mayor no tendré espejos en casa, puede que decida poner un "espejo de cortesía" detrás de alguna puerta (concretamente detrás de la típica puerta que nunca cierras). No es que me vea el alma en los espejos pero sí la mirada y eso sí me da miedo. Aunque pensándolo mejor si odio a los cobardes y no pongo espejos me estaré convirtiendo aún en más cobarde. Bueno, no sé, ya veré que hago con el rollo de los espejos. A veces hablo conmigo y me pregunto si soy cobarde.

-¿Tú eres cobarde?
-No sé, supongo que sí, que soy una completa estúpida cobarde.

Que putada, pienso.


Pero, pensándolo mejor...

Yo quiero pisar la arena de mi alma y bañarme en su orilla, sin miedo. Quiero bailar -y no en la cuerda floja- con mis latidos hasta que me ardan los pies. Quiero hacerlo sola, quiero estar conmigo misma yo sola. Pero, sobre todo, quiero quererme.

¿Y por qué no iba a quererme?
Pues porque no, porque no, porque no, porque no, porque no, porque no, porque no...

Quiero pintarte mis entrañas y que entiendas porqué estás dentro de ellas, quizá lo haga mañana. Hoy me gustaría pintarme a mí, dentro de ellas, y comprender que yo también puedo quererme, que yo también (...) que yo también, que yo también, que yo también...

Quiero escupirle a cada uno de mis errores, darme la vuelta y continuar mi camino, parar durante un segnudo y sacarle la lengua. Burlarlos. Como lo hacía con mis enemigos cuando era pequeña. No quiero huír de esta ciudad, quiero aprender de ella y guardar en cada esquina una sonrisa por si vuelvo a pasar, por si vuelves a pasar.

Puedo gritar aunque tú no me oigas. No olvides que mi voz puede gritar aunque el mundo esté sordo, siempre podré gritar, aunque nadie lo oiga. Mi voz, siempre. Y hoy soy yo quien quiero escucharme, voy a gritar para mí, solo por mí. Voy a gritar por mí porque nunca lo he hecho. Voy a quererme, soy una más.



Y me da igual que no os importe pero voy a llamarme por teléfono cada mañana para saber cómo me encuentro, me voy a dar los buenos días; me voy a arropar por las noches.

Papá, mamá, táchadme de loca porque nunca quise estar cuerda.

1 comentario:

  1. Ais, a mí sinceramente quererse a uno mismo me parece la más larga de las metas, la más difícil, la más amarga. No creo que sea imposible, pero sí pienso que es algo que puede llevarte así tranquilamente la vida entera.. y tampoco me agobia, ni siquiera figura entre mis objetivos a corto plazo (si es que los tengo...).
    Tiene gracia que precisamente tú te machaques tanto pensando que eres cobarde... yo te conozco, creo tener ese privilegio, y la verdad es que me pareces de las personas más valientes que he conocido. Pero bueno, supongo que te referirás a que no te atreves a quererte a ti misma, ¿no? En verdad no sé si es una cuestión de agallas, creo que se trata más bien de vivir de tal manera que tus actos estén 100% coordinados con tus pensamientos, y de ir reduciendo cada día un poco más el nivel de exigencia para con nosotros mismos. Tal vez exigirse menos es ser cobarde, pero aprender a dejar de machacarse y agobiarse a uno mismo, a echarnos broncas por tantas cosas, eso desde luego de cobarde tiene poco. Aprender a perdonarnos, aprender a confiar en nosotros mismos y a aceptarnos. Creo que más que "atrévete a quererte" debería ser "empieza por atreverte a aceptarte".

    ResponderEliminar