miércoles, 28 de abril de 2010

No.

Trapecista. No hay camino ya, sí pasos por inercia.
Gravedad, tú me impulsaste, tú provocaste cada herida grave en mí.
Gravedad, maldito imán. Desde el cielo hasta el suelo, desde el sueño hasta la realidad.
No existe adiós cálido ni corazón vacío. No llores, no llores ni tiembles, no llores cobarde sino fuiste antes valiente.
Siento como queman tus palabras, y así, veo arder mi vida con este inexorable deseo de saltar el precipicio.

Que no, ya no, no permitirás que una gota cambie el océano.

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