domingo, 7 de marzo de 2010

Entre rejas

Sábado noche, y lo que esas dos palabras conllevan...

Hállome plaza Einstein, en buena compañía. Caminando dirección "un buen lugar".
De repente, en mi cabeza, surje la "grandísima idea" de recortar el camino tirando por unos portales que comunican dos calles, Einstein con nuestro destino. Allí, frente a la puerta, hacemos como que se nos han olvidado las llaves, así que una señora dá paso, y nosotros, muy seguros, como quien pisa orilla en mitad del océano, damos tres pasos hacia delante y dejamos cerrar la puerta sin más.
No podíamos salir.
No había botón para salir por la otra puerta que nos llevaba al buen lugar, necesitábamos una llave que no teníamos. Así que retrocedimos en nuestros pasos, y con una sobredosis de adredalina absurda, reíamos.
Encerrados, cuáles presos, disfrutábamos.
Como si se tratase de un viaje astral, pasados unos minutos, estábamos fuera. Gritábamos, saltábamos, habíamos escapado.

Tuvimos la suerte de tocar al "30 campana" y que abriesen.

Una gilipollez, ¿verdad?. Pues yo sentí la adredalina flotar por mis venas, subía, bajaba...dentro de mí, bailes, saltos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario