sábado, 18 de septiembre de 2010

Hermanos.

Hermano, me parte el alma verte llorar, y me siento tan cobarde por no encontrar las palabras contigo que agacho la mirada, encojo el alma, y te abrazo. Quisiera decirte que de todo se sale, pero a quien voy a engañar, yo sigo asfixiándome, y no sé si tú encontrarás oxígeno en tu día a día, pero deseo con todas mis fuerzas que tu sonrisa no se apague, y que seques esas lágrimas enfrentándote al mundo, a la realidad, a lo jodido. Mataría por evitar tu dolor, moriría con tal de no sentirte triste, porque nunca me había parado a pensar en que tus lágrimas me duelen aún más que las mías. Debe ser la sangre, esa que nos corre por las venas y calza el mismo calibre.

Eh, tú, valiente como siempre.

Mi pequeño poli, te quiero, te quiero con todas mis fuerzas.

2 comentarios:

  1. Es curioso como las personas nos sentimos tan unidos a nuestros hermanos. Es una sensación que es difícil de explicar.

    Yo lo tengo claro, la sangre tira mucho, nuestros hermanos tienen exactamente la misma sangre que nosotros y nadie más en el mundo la tiene y yo creo que nuestro subconsciente no puede luchar contra una afinidad tan grande.

    ResponderEliminar
  2. Qué bonito Carmen! La verdad es que entiendo lo que dices, lo que Jose dice, porque a mí también me pasa con mis hermanos.. es como si su dolor fuese el tuyo propio, no sé, se comparte sangre pero también se comparte corazón en cierto modo.. Y es totalmente cierto eso que dices de que duelen más sus lágrimas que las tuyas propias.. Ain, pero bueno, creo que al tener que ponerte en el pellejo de quien ve mal a alguien por esas circunstancias, puedes aprender mucho para tu experiencia propia, no? No sé, ayúdale a ayudarte, ayudáos mutuamente. Te quiero

    ResponderEliminar