viernes, 29 de octubre de 2010

Calles o regreso a casa.

Y lo bueno es que ahora no hay deudas, ni trámites. Aunque sigue habiendo deseos, y a veces embargos de ilusión. Tú, dime que eres hoja, que yo seré aire sólo para mecerme bajo tu ropa. Tú dime que eres aire y me convierto en gota, solo por deslizarme a lo largo de tus canales.
Y no, no quiero ser nube, quiero ser gota, para que me ames en mis ausencias, para que me duelas cuando falte, y me valores cuando llueva. Seré lo que me pidas mientras pidas vida, mi vida.
Luego: olvídate. Y no me busques lejos pues yazco donde "nazco"; nací entre tus brazos. Ahora: búscame. El agua no acompaña y -dices- la sed es pasajera, entonces, ahora, dime porque muero cada vez que no me dañas. He dicho cada vez que no me dañas, sí, y hablo de dolor porque duele lo que importa, sé que si cuentas conmigo, perderemos la cuenta.
Y las veces que te amé, las veces que dejé de hacerlo; ahora son días grises. Ese es el precio. Todo pesa, todo vale, aquella era mi guerra y lo sabías, era: tu vida o la mía.
Lástima que tó' se acabe, jodido ciclo, si al final, el final siempre es el principio.  Bonito precipicio, muy buenas noches y que la vida te acompañe, que la suerte es un veneno que ansía el drogadicto.
Te confieso que a mí, me quedan dos cartas. La primera ya la he escrito. Está, querida, entre tus manos; como un día mi alma, como un día que has borrado, pero sabes y es seguro, que yo espero a que vuelvas, porque allí por el subsuelo, Gea, te regalará de nuevo.

1 comentario:

  1. Precioso Carmen :) no quiero añadir más porque me da miedo romper el encanto de tus palabras, tan bien elegidas, ordenadas y escritas. Buah. Me transmites todo. Me quito el sombrero!!

    ResponderEliminar