Hoy quiero cantar contigo.
Quiero escribir canciones que hablen de paz, de flores y de cometas. Quiero respirar consonantes, alimentarme con vocales, colorear con letras. Sentir que fluimos. Y fluir, como las gotas que se hacen el amor, arrastrándose contra el cristal, una con otra, otra con una. Como las gotas de mi ventana. Canta en la ducha, yo mientras escribiré sueños en el vaho de tu espejo empañado, tararearé los coros de tu canción y silbaré mis sueños en tu ritmo. Y saboreemos el placer de no ser nadie, dejemos que la batería sea el corazón, no queramos fama; cobremos los conciertos con vida, sonrisas y alcohol.
Y que nos persuadan los sueños estúpidos y maravillosos, y no las palabras que regalan promesas vacías. Soñemos sencillo, pero hagámoslo complicado.
Canta con tu amigo hoy, sonríele al mendigo de siempre.
Rechaza eso de "matar el tiempo", porque es una lucha absurda y acabará siendo él quien te mate a ti.
Escribe cartas de amor con la mirada y báñate en las olas que dibujen sonrisas ajenas. Amanece feliz, que yo amaneceré contigo pero en otro lugar.
Lía tus dedos, enreda tu pelo en otro cuerpo. Entendamos las locuras, rechazemos las leyes.
Espabila, coño, que si no sale el sol es porque duerme todavía, que él también se merece un descanso, una juerga, un domingo de resaca entre sábanas. Que si no sale, no es porque no quiera verte.
lunes, 22 de noviembre de 2010
viernes, 19 de noviembre de 2010
Los libros de la biblioteca.
Quizás sea una manía pero soy de esas personas a las que les gusta comprarse sus libros, más que "alquilarlos". No hay libros iguales. Pueden hacer mil ejemplares iguales pero, cada libro, envejece con su dueño. Los libros son fieles amigos que, una vez tuyos, se impregnan de tu esencia, sus palabras pasan a formar parte de tu vida, y tu vida, de ellas.
Me gusta comprarlos. Después de leerlos y subrayarlos, guardarlos y recordarlos años más tarde, enseñárselos algún día a mis hijos, a mis nietos, o a mis loquesea.
Pero la economía limita, y ultimamente he tomado la costumbre de sacar libros de la biblioteca, de alquilarlos, vamos.
Esta vez el libro traía consigo una página escrita a mano de algún anónimo y decía:
"Busco el cuerpo de este libro, el regazo que lo acogió. No sé quien.
Pero la "........" de este libro me atrapó la mente,
también su ideal rostro borroso,
bajo la niebla de la imaginación.
Más para el que quiera.
Esto es un juego, como la vida,
el amor o la guerra.
Lo puedes leer y jugar, o insultarme,
o incluso borrarlo.
¡La insoportable levedad del ser!"
Y te haces mil preguntas cuando te topas con cosas tan sencillas como ésta.
Me gusta comprarlos. Después de leerlos y subrayarlos, guardarlos y recordarlos años más tarde, enseñárselos algún día a mis hijos, a mis nietos, o a mis loquesea.
Pero la economía limita, y ultimamente he tomado la costumbre de sacar libros de la biblioteca, de alquilarlos, vamos.
Esta vez el libro traía consigo una página escrita a mano de algún anónimo y decía:
"Busco el cuerpo de este libro, el regazo que lo acogió. No sé quien.
Pero la "........" de este libro me atrapó la mente,
también su ideal rostro borroso,
bajo la niebla de la imaginación.
Más para el que quiera.
Esto es un juego, como la vida,
el amor o la guerra.
Lo puedes leer y jugar, o insultarme,
o incluso borrarlo.
¡La insoportable levedad del ser!"
Y te haces mil preguntas cuando te topas con cosas tan sencillas como ésta.
martes, 16 de noviembre de 2010
Desde la Tertulia
Caras conocidas, algunas, otras no. Ojos que gritan poesía, y manos que se deslizan por el papel creando arte, casi sin saberlo, con esa inocencia con la que se crea.
Crear, bonito verbo.
Un escenario vacío que se llena con el eco de las voces, cafés que se alargan, quiero decir, el amargo del café que acaba fundiéndose con el amargo de la cerveza. Y una, y otra, una tras otra.
Tardes rutinarias que se colorean con el humo gris de un cigarro. Música de fondo, de un grupo cualquiera, al azar.
Un corazón dentro del bar, que espera a quien no llega, a quien siempre aparece.
La puerta se abre y se cierra, solo de vez en cuando, desafiando al tímido trámite de la Tertulia.
Crear, bonito verbo.
Un escenario vacío que se llena con el eco de las voces, cafés que se alargan, quiero decir, el amargo del café que acaba fundiéndose con el amargo de la cerveza. Y una, y otra, una tras otra.
Tardes rutinarias que se colorean con el humo gris de un cigarro. Música de fondo, de un grupo cualquiera, al azar.
Un corazón dentro del bar, que espera a quien no llega, a quien siempre aparece.
La puerta se abre y se cierra, solo de vez en cuando, desafiando al tímido trámite de la Tertulia.
lunes, 15 de noviembre de 2010
Un placer.
Cuando la ciudad ya está apagada y los bares han cerrado, con la magia de sus sonrisas dentro,
vuelve a casa.
Vuelve cuando las calles desérticas arropan mares de dudas, y los mares de dudas inundan su vida. Ella, vuelve a casa en ese momento en el que el dorado de farolas y Sol se unen, y cuando las farolas se adormecen lentamente hasta apagarse, se duerme. O finge hacerlo, no lo sé.
Sus pisadas son música para aquel mendigo que la observa desde lejos porque el frío le impide dormir, son música, para el loco que sea capaz de despedirse sin mirar atrás, sin concederse ese último vistazo a su caminar. Última calada de oxígeno. Hasta la próxima.
Ella, es la chica más guapa del baile, la más rebelde de su casa, la más. Pero, no lo sabe.
Es inestable porque baila con la vida. A mí a inestable no me gana nadie, y le pido que me conceda un baile, aunque tropecemos, porque tropezar es tan bonito como quieras que sea, y ella se ríe, como quien subestima un viaje a Marte.
Y te mira, cuando no la ves.
A veces vuela, a veces se corta las alas, a veces la entiendes, y a veces no.
Vive en calma o vive en éxtasis, pero da igual, tú querrás siempre más, ella es pura droga.
Clava sus pupilas en las tuyas, y entonces puedes despedirte del deber porque no te queda más salida que dejarte llevar con la marea de sus ojos, abandonarte a su suerte, que ya es un placer.
Ella también se enamorará alguna vez, creo, y se dejará enamorar alguna que otra más.
Es una chica dura para el mundo, aunque, para ella, lo duro es el mundo. Y como es duro, tú te abrazas muy fuerte a ella, y vuelves a abandonarte a ti mismo. Y Ahora, para ti, lo duro es volver en ti.
Le brillan los labios casi tanto como los ojos, aunque no sé si al mismo nivel que la sonrisa. No quiero que le brillen las lágrimas, pero sé que a veces llora penas con nombre y se moja los pies, y moja al mundo porque con el mundo a sus pies vuelve a casa, después de dejar ronco al rock.
Pero ella no lo sabe. Y es la más guapa del baile, joder, y no lo sabe.
Y sus lunares son las coordinadas que marcan el camino de tu locura, pero, ahora, el placer es enloquecer.
Y tú encima de cualquier barra de bar te bebes la octava última copa, y te llenas de preguntas en cada trago.
vuelve a casa.
Vuelve cuando las calles desérticas arropan mares de dudas, y los mares de dudas inundan su vida. Ella, vuelve a casa en ese momento en el que el dorado de farolas y Sol se unen, y cuando las farolas se adormecen lentamente hasta apagarse, se duerme. O finge hacerlo, no lo sé.
Sus pisadas son música para aquel mendigo que la observa desde lejos porque el frío le impide dormir, son música, para el loco que sea capaz de despedirse sin mirar atrás, sin concederse ese último vistazo a su caminar. Última calada de oxígeno. Hasta la próxima.
Ella, es la chica más guapa del baile, la más rebelde de su casa, la más. Pero, no lo sabe.
Es inestable porque baila con la vida. A mí a inestable no me gana nadie, y le pido que me conceda un baile, aunque tropecemos, porque tropezar es tan bonito como quieras que sea, y ella se ríe, como quien subestima un viaje a Marte.
Y te mira, cuando no la ves.
A veces vuela, a veces se corta las alas, a veces la entiendes, y a veces no.
Vive en calma o vive en éxtasis, pero da igual, tú querrás siempre más, ella es pura droga.
Clava sus pupilas en las tuyas, y entonces puedes despedirte del deber porque no te queda más salida que dejarte llevar con la marea de sus ojos, abandonarte a su suerte, que ya es un placer.
Ella también se enamorará alguna vez, creo, y se dejará enamorar alguna que otra más.
Es una chica dura para el mundo, aunque, para ella, lo duro es el mundo. Y como es duro, tú te abrazas muy fuerte a ella, y vuelves a abandonarte a ti mismo. Y Ahora, para ti, lo duro es volver en ti.
Le brillan los labios casi tanto como los ojos, aunque no sé si al mismo nivel que la sonrisa. No quiero que le brillen las lágrimas, pero sé que a veces llora penas con nombre y se moja los pies, y moja al mundo porque con el mundo a sus pies vuelve a casa, después de dejar ronco al rock.
Pero ella no lo sabe. Y es la más guapa del baile, joder, y no lo sabe.
Y sus lunares son las coordinadas que marcan el camino de tu locura, pero, ahora, el placer es enloquecer.
Y tú encima de cualquier barra de bar te bebes la octava última copa, y te llenas de preguntas en cada trago.
viernes, 12 de noviembre de 2010
Fondo y forma de un instante
He sonreído, un cosquilleo adictivo me ha recorrido el cuerpo.
Se ha dormido mi guerra interna, noto el ondeo de la bandera blanca. El semáforo en verde: vía libre para mi alma. Pájaros que viajan, rodean mis poros y me absorben el estrés.
Droga; flotar entre la inmensidad, rodearme de partículas mágicas e invisibles que me adormecen el malestar. Y las particulitas son simpáticas, activan mi mundo sensorial, y en él todo tiene color. Colores con olor, olores con color.
-¡Adiós gravedad! Me voy.
Y ahora estoy girando. Mientras giro el cielo me guiña y las nubes cambian sus formas rápido jugando a confundirme. Juegas con mi ombligo, yo río.
¿Cuánto tiempo pasará hasta que vuelva a sentirme en éxtasis de paz?
Mi abuela, jugando con su nuevo reloj y el sol, jugando a deslumbrarme. Creo que ella también ha reído más que nunca. Lo más estúpido y lo más mágico
martes, 9 de noviembre de 2010
Tú que ves
Que no, no insistas, que mi viento no se cansa de soplar en tus desiertos, pa' menearte las ideas, pa' que sientas lo que siento, pa' que sonrías a mi andar.
Y quiero que sea el movimiento de tus pestañas el tic tac de mi reloj. Y si he de tragar saliva, lo haré y, que en ese dolor me sienta viva. Viva, lo más importante.
Y que mis ganas no se apaguen y que las tuyas crezcan, si han de crecer, claro.
Y ahora quiero gritar, gritarte con las ganas.
Seamos otoño, ni frío ni calor, desnudémonos, las hojas con la ropa, en el suelo. ¿Sabes? El asfalto siempre es más bonito así, y el mármol, también. Bésame, que se muera de frío el café en la mesa mientras, tú, me besas. Y no haré promesas absurdas, pero sí cumpliré los momentos que vivamos, como si promesas fuesen. Y, cumplir, es ser feliz.
Y quiero que sea el movimiento de tus pestañas el tic tac de mi reloj. Y si he de tragar saliva, lo haré y, que en ese dolor me sienta viva. Viva, lo más importante.
Y que mis ganas no se apaguen y que las tuyas crezcan, si han de crecer, claro.
Y ahora quiero gritar, gritarte con las ganas.
Seamos otoño, ni frío ni calor, desnudémonos, las hojas con la ropa, en el suelo. ¿Sabes? El asfalto siempre es más bonito así, y el mármol, también. Bésame, que se muera de frío el café en la mesa mientras, tú, me besas. Y no haré promesas absurdas, pero sí cumpliré los momentos que vivamos, como si promesas fuesen. Y, cumplir, es ser feliz.
jueves, 4 de noviembre de 2010
Cuéntame un secreto, pero no dos.
Me da miedo, pero lo ansío.
Desnúdame y llévame a ver amanecer desde los rincones de tu alma. La ciudad de tu ser, bajo los leves rayos del sol naciente.
Déjame conocerte, pero no del todo; sin consumirte. Hazme el amor en el rompeolas. La fuerza, la espuma; las ganas, los besos. Y todo fluye, aunque no lo entiendan, aunque a veces quizás ni lo entendamos.
Droguémonos. Entremos en éxtasis de bienestar.
Abrázame y seamos las gotas que, ya llovidas, tiemblan en el cristal, mecidas por un soplo.
Y tú sóplame.
Yo te soplo mi aire, tú lo aspiras. Va limpio, te juro que mi aire ésta vez no contaminará. De verdad. Sóplame el tuyo, quiero respirar tu oxígeno, hacerlo mío y regalárselo al mundo en la siguiente calada. Fuma conmigo. Ahora deja de fumar y dame un beso. Cuéntame un secreto, pero no dos.
Desnúdame y llévame a ver amanecer desde los rincones de tu alma. La ciudad de tu ser, bajo los leves rayos del sol naciente.
Déjame conocerte, pero no del todo; sin consumirte. Hazme el amor en el rompeolas. La fuerza, la espuma; las ganas, los besos. Y todo fluye, aunque no lo entiendan, aunque a veces quizás ni lo entendamos.
Droguémonos. Entremos en éxtasis de bienestar.
Abrázame y seamos las gotas que, ya llovidas, tiemblan en el cristal, mecidas por un soplo.
Y tú sóplame.
Yo te soplo mi aire, tú lo aspiras. Va limpio, te juro que mi aire ésta vez no contaminará. De verdad. Sóplame el tuyo, quiero respirar tu oxígeno, hacerlo mío y regalárselo al mundo en la siguiente calada. Fuma conmigo. Ahora deja de fumar y dame un beso. Cuéntame un secreto, pero no dos.
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